Una ballena ha encallado en nuestra costa, en el Charco del Conde, en Valle Gran Rey. Siempre es un momento especial cuando uno de estos gigantes se pone al alcance de nuestra mano. Nos conecta, da una idéa de lo desconocido y de la cantiad de estratégias diversas y de «bichos» diferentes que hay en este océano.
En esta «ocasión» tuvimos la oportunidad de documentar el proceso y quizás, de ésta manera, les podemos acercar un poquito al todavia misterioso mundo del océano.
Alrededor de las 12.00 del mediodía se anunció una ballena muerta a la deriva, por la Rajita, algunos tiburones martillo se habían avistado en su cercanías. A las 14.00 horas ya paso por el puerto y a las 15.00 la corriente lo llevó cerca del Charco del Conde. Por supuesto, un cadáver a la deriva es alimento para todas las demás criaturas marinas, pero en ese momento ya no quedaba ninguno de los tiburones, solo las marcas de sus mordeduras.
Se trata de un zífio de Cuvier, una especie típicamente de aguas muy profundas. Entre las Islas Canarias, especialmente frente a la isla de El Hierro, estos representantes poco conocidos de las ballenas con dientes u odontocetos se encuentran en una población estable. Allí, su comportamiento ha sido estudiado por los científicos de la Universidad de La Laguna durante muchos años. Con cierta regularidad también los avistamos en La Gomera.
Dado que habitualmente los zífios se pueden observar solo por un tiempo muy corto, apreciamos particularmente el trabajo de los investigadores. Normalmente sólo se acercan a la superficie durante 2 a 5 minutos y luego desaparecen durante 20 a 50 minutos. Ocasionalmente, en sus inmersiones, en busca de calamares, alcanzan profundidades de hasta varios miles de metros. Como parece que prácticamente aspiran su comida, sólo necesitan los dientes para las peleas de rivales, y sólo son apreciables en los machos. Las muchas y profundas cicatrices de dos rayas en la espalda de nuestro espécimen son testigos de tales luchas.
El macho encontrado medía 5,10 m de largo, tenía un peso de 1,5 toneladas, según la estimación de Manuel Carrillo, el biólogo responsable de la red de varamientos de cetaceos. Algunos tiburones obviamente habían hincado sus dientes en los laterales y la aleta de la cola había desaparecido en los estómagos de algún gran depredador.
Más o menos coinicidiendo con el punto máximo de la marea, la corriente cambió y las olas llevaron el cadáver a la costa. Allí quedó varado en un sitio tan cercano a la costa, que el municipio tuvo que cerrar la playa poco después.
Allí se quedó…. Siempre es un gran problema coordinar las competencias para quitar un animal protegido de un espacio protegido, así que la ballena sólo pudo ser recogida el 26.05. Por esto, se habían dado un festín un gran número de lisas, avispas, camarones y cangrejos. Al final, al cabo de unos meses se habría comido por completo y algúna ola grande se habría llevado los huesos, pero no, no se pudo quedar en la playa. Tenga en cuenta lo que significa en una comunidad tan pequeña, si la playa se queda cerrada: se da una mala impresión, los negocios de los establecimientos de la zona van mal porque un apestoso cadáver se está pudriendo en la costa.
A las 13.00 horas, Manolo Carrillo, la policía local y el alcalde estaban presentes y se pudo iniciar la recuperación del cadaver. Con la subida de la marea nos las arreglamos para que el cadáver se moviera, lo conseguimos arrastrar y empujar a aguas cada vez más profundas hasta que se quede flotando y los bomberos lo fijaron con un cabo largo en una roca de la costa.
Desde allí un barco pudo remolcarlo hasta el puerto. Allí fue levantado por la grúa y cargado en un camión, que luego lo llevó al complejo medioambiental del Cabildo. Desafortunadamente la condición de este animal ya no era muy atractiva, por lo que el esqueleto no pudo ser usado para una exhibición. Según Manuel Carrillo además era demasiado tarde para una autopsia. Al final, se tomó una muestra de tejido para un análisis genético, se utilizó un diente para determinar la edad y se envió una foto de las cicatrices características en el área de la aleta dorsal a la Universidad de La Laguna para su comparación con los animales previamente catalogados.
Siempre se queda uno con la curiosidad del por qué de la muerte de este animal. Pero no siempre se puede determinar. Además estos animales, como todos, se mueren al final. Al menos no se pudo identificar en un principio ninguna causa de muerte provocada por el hombre.